Si bien desde el espacio ideal del arte bizantino hasta la pseudo conformación espacial de los manuscritos miniados del Duque de Berry existe un considerable desarrollo estilístico, es una realidad que durante toda la Edad media hasta la fase final del estilo altogótico del siglo XIII, la representación pictórica se mantiene básicamente no-perspectiva. Con seguridad no estamos hablando de la perspectiva artificialis creada por Brunelleschi recién en 1420, pero muy a pesar de que la teoría matemática de la óptica ya hubiera sido trabajada y estudiada con mucha anterioridad, por haber sido desarrollada en Europa gracias a la incursión árabe, esta perspectiva, que ha sido llamada communis, no fue aplicada en las teorías del dibujo durante casi dos siglos. El resultado evidente fue una representación plana, con ninguna o muy poca insinuación de profundidad, donde las figuras se mantienen ubicadas en una masa volumétrica horizontal y estrecha, creada entre el fondo y el plano frontal, y donde la acción, en el caso de que la hubiere, se desarrolla paralela a estos dos límites espaciales. De esta manera, el estilo del gótico tardío se aproxima, sí, a una coherencia y solidez del espacio pero nunca llega a eliminar del todo esa planimetría bidimensional medievalista en la representación.
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Aprobación de la Regla -
Giotto |
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Navidad en Greccio -
Giotto |
El llamado “espacio moderno” no nace sino en los comienzos del trecento italiano de Giotto, Duccio y los hermanos Ambriogio y Piero Lorenzetti, como resultado de la fusión de estos principios góticos con el ilusionismo grecorromano bizantino o paleocristiano. El goticisimo (si se me permite el término) obviamente permanecerá todavía muy arraigado en la nueva maniera, sobretodo en Siena, donde Duccio realiza su retablo de la Maestá (1308) y posteriormente Simone Martini, profundizando aún más el lirismo y la línea, hará volar los paños del arcángel Gabriel en el retablo de la Anunciación (1330) La escuela florentina, en cambio, hará mayor hincapié en el factor espacial, en su búsqueda de la pureza formal,
fuertemente influenciada por la revaloración de la antigüedad. Si bien, es verdad que la antigüedad ejerce mayor presión en Giotto que en Duccio por haber estado más en contacto con los monumentos antiguos romanos, esta vuelta a la antigüedad florentina no es, sino, también influenciada por el estilo contemporáneo altogótico que, como en Siena, todavía se mantiene vivo. Es decir, no se vuelve directamente a la antigüedad para copiarla sino que se la toma como inspiración del nuevo estilo, permitiendo su fusión con la forma de representación de la tardía Edad Media. Así entonces, como bien dirá Panofsky, el espacio moderno será ni más ni menos que un espacio grecorromano “vú à travers le tempérament gothique”: la inconsistencia espacial que aportaba, por ejemplo, la Maiestas Domini en la cúpula del baptisterio de Florencia se “disciplina” y organiza bajo los parámetros altogóticos, sólidos y coherentes, dando como resultado una estabilidad espacial, un soporte real a las figuras representadas, apartándose del espacio idealizado de los fondos dorados de aquella manera bizantina.
Cuando el joven Giotto realiza en la basílica de Asis el llamado Ciclo de la Vida de San Francisco(1290), inspirado en la Leyenda Mayor de San Buenaventura, conforma, en su búsqueda de naturalismo, un espacio pictórico, aunque muy irregular y poco científico, ya muy alejado de la maniera tosca que describe Ghiberti.
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Ultima Cena -
Giotto |
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Expulsión de Joaquín del templo -
Giotto |
Así, en la escena de la Navidad de Greccio, se genera la profundidad mediante la representación oblicua del sagrario, del atril y del ambón, a la vez que se insinúa un plano más cercano al frontal y otro más lejano, con la adición del muro que limita lo que sería el interior y el exterior de la capilla de Greccio. La yuxtaposición, en este caso, de estas estructuras, así como de las guirnaldas que adornan el sagrario o la multitud, logran que la representación se extienda perceptivamente hacia la profundidad del plano. De igual manera, en la Aprobación de la Regla, el atril donde está sentado Inocencio III se presenta oblicuo al plano generando una sensación de profundidad, reforzada por la yuxtaposición de las cabezas de los franciscanos que “ascienden” en el plano. En rigor, este es un recurso tomado directamente de la antigüedad; lo mismo, la forma de “V” que generan las estructuras rocosas de La donación de la capa a un pobre noble, para marcar lo que llamaríamos el núcleo compositivo. Pero aquí también en la triple arcada de la Catedral que sirve de fondo, a la vez que manifiesta la estabilidad de la Iglesia, su bóveda de cañón se extiende en profundidad y, reforzada por toda la construcción y en especial por las ménsulas que la sostienen, logran conformar un espacio firme y contendor de las figuras.
El recurso que redunda en Asis será principalmente el de utilizar estructuras frontales escorzadas y, en menor medida, la oblicuidad. Pero en Padua, en la Capilla Scrovegni (1310), por el contrario,
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Encuentro en la Puerta Dorada -
Giotto |
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Entrada de Jesús -
Duccio |
la mayoría de las escenas presentan estructuras oblicuas, salvo casos aislados de frontales escorzadas como el sarcófago del Noli me Tangere o los edificios que construye en La Anunciación y El Nacimiento de la Virgen. En La expulsión de Joaquin, Giotto representa el templo en una forma oblicua extrema, con una cantidad muy grande de ángulos salientes que marcan la perspectiva; tal es la extremidad con la que maneja la profundidad en este caso, que la sensación inarmónica con respecto al plano, avanzando y retrocediendo inconsistentemente, es manifiesta. En contraposición, en El encuentro en la Puerta Dorada, la estructura oblicua se presenta más tranquila y moderada y la perspectiva, más sutil: el fuerte acento espacial de la primera torre se ubica en el primer plano y la estructura que la continúa hace sola lo que se necesita para generar la profundidad. Finalmente, en la Última Cena utilizará el recurso más maduro de su evolución artística, que llevará a la capilla Peruzzi (1320)
en Santa Croce: la estructura arquitectónica, si bien oblicua, se mantiene estrechamente relacionada con la superficie del muro, por lo que consigue una sensación de profundidad fuerte a la vez que sutil. La armonía será cada vez mayor entre el muro plano y el espacio cada vez más ambiciosamente realista, a la vez que la perspectiva será cada vez más consistente pero recién en Santa Croce la arquitectura espacial se articulará con el punto de vista del espectador.
La escuela sienesa pareciera no darle la importancia a la conquista del espacio pictórico que hiciera Florencia; la mayoría de las obras de Duccio se resuelven en un espacio frontal escorzado al estilo de Asis,
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Presentación de Jesús en el templo -
Ambrogio Lorenzetti |
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Anunciación -
Van Eyck |
o incluso en el recurso del cambio de escala que Giotto utilizara en La expulsión de los demonios de Arezzo pero sin obsesionarse demasiado en el tratamiento espacial. Si bien La llegada de Jesus a Jerusalén podría estar a la altura de cualquier composición florentina, la unificación compositiva será lograda principalmente mediante el color, la luz y la unidad espacial. Sin embargo Ambriogio Lorenzetti, aunque proveniente de la escuela sienesa, influenciado quizá por su par florentino, prestará mayor atención a la percepción del mundo natural y la realidad visual para la conformación del espacio pictórico. Quizá la cresta del naturalismo espacial se encuentra en La presentación de Jesus en el templo o en El nacimiento de la Virgen de su hermano Pietro. Aquí el interior es desarrollado mñás profundamente que Giotto: si este a lo sumo desplegaba el espacio a dos o tres crujías, Ambrogio llegará a seis, reforzado por un suelo en damero y líneas de fuga que se acercan a converger en un único punto, casi a la altura de la perspectiva artificial del quatrocento. La perspectiva desarrollada y el punto de vista privilegiado para el espectador constituyen al fin un espacio que abarca y unifica y no solo la idea de crear volúmenes rodeados de espacio.
Luego, en la segunda mitad del siglo XIII, la crisis que se avecina en Toscana profundizada luego por la peste negra de 1348, hará estancar el avance del desarrollo espacial y retrotraerse a los finales de duecento; momento en el cual serán protagonistas, continuando la evolución, los artistas provenientes del otro lado de los Alpes: los flamencos.
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