sábado

Volver a la figuración

En medio de conflictos sociales, la proscripción del peronismo, el golpe de Estado a Frondizi y la continua lucha entre azules y colorados, la asunción democrática de Illia al gobierno en 1963 traía vientos de cambio. Con la ilusión de que el cambio conciliaría de una vez por todas las diferencias, Felipe Noé crea Introducción a la Esperanza (1963) en la que nos presenta una masa de rostros expresionistas y pancartas sobresaliendo del límite del cuadro como si se tratara de una protesta, lo que necesariamente nos lleva recordar Manifestación (1934) de Berni. Los límites tradicionales del soporte se sobrepasan con pancartas de diferentes signos políticos y religiosos: la figura de Frondizi sobre la palabra honesto, Perón, Boca Juniors campeón y una invitación a escuchar a Cristo hablar al Luna Park, separados y opuestos en distintos soportes que, siguiendo a Crary, la percepción del espectador activo deberá reconstruir. En adición, el valor general de la manifestación es alto, lo que refiere un sentido de esperanza, mientras que el valor general de las pancartas es bajo, contrastando con la manifestación.

La preferencia por los colores primarios y el blanco y el negro de modo de acentuar la tensión, es una característica que se repetirá en todos los integrantes de la Nueva Figuración, especialmente durante los primeros años. En este sentido, la multitud, muestra caras deformadas por la violencia en una masa caótica y monocromática, donde predominan colores blancos, negros e insaturados, que acentúan el dramatismo de la composición. Pero a la vez, los rostros no se diferencian entre sí sino que el blanco complementa al negro y a los insaturados, equilibrando la obra y formando un bloque, una unidad imaginaria y utópica que anheló Noé en medio del caos, a pesar de que no los dejen. También acompaña la composición un caballo de juguete que nos introduce al ensamblage, previendo la ruptura artística que luego se intensificará.


Los colores vivos se encuentran en las pancartas que sobresalen de la manifestación. El trabajo de colores fundamentales saturados superpuestos genera contraste por complementariedad, de la misma forma que los colores altos de la pancarta progreso, contrastan con los tonos bajos de la figura haciéndolos resaltar. Así, el rojo de la palabra campeón genera un alto contraste con el amarillo del fondo por ser colores puros los dos, es decir, por no contener amarillo el rojo, ni viceversa. Si bien, siguiendo a Arnheim, los colores puros se presentan siempre asilados a la vista, sólo es posible establecer lazos entre ellos por el uso de análogos. Por ejemplo en la mano de la pancarta Mano Limpia donde los secundarios subordinados, también tienen la función de ayudar a prestar animación al acorde estático del tema[1] que se constituye por el uso dominante de los primarios: el rojo se une con el amarillo por el uso de análogos que sirven de transición, los cuales se unen a los fundamentales por la ley de semejanza del dominante. Pero a la vez, contrastan fuertemente con el blanco del fondo por diferencia de valor. Del mismo modo, en el caso de la pancarta Progreso-Leña, que hace alusión al progreso contrastado con la represión, dicho contraste está dado por el uso de los valores: altos en progreso y bajos en leña.


Siguiendo con su teoría de visión quebrada, la unidad de la obra es fragmentada por Noé dejando de respetar los límites establecidos por el marco. Es por eso que Introducción a la Esperanza hace tanto una crítica social al contexto caótico (que nos acercan al realismo político de Berni o Spilimbergo) como también una crítica autorreferencial que será continua en el grupo y en la época.



NOÉ, Luis Felipe (1963)

Introducción a la esperanza

Técnica mixta sobre tela.

197cm x 195cm

Colección Museo Nacional de Bellas Artes.



[1]Arnheim, Rudolph, “Arte y percepción visual. Psicología del ojo creador. Nueva versión”, Madrid: Alianza, 1981. Cap. 7: “El Color”.

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