“Estás muy limpio para ser una persona a la que le gusta el cine” inicia Isabelle (Eva Green) una amistad con Mathew (Michael Pitt) en medio de una huelga de cinéfilos en la famosa Cinémathèque française. El año: 1968. Año excepcional para la juventud francesa empapada de la cultura underground, de movimientos beatniks y hippies, sous les pavés, la plage y l’imagination prend le pouvoir, llenas de Beatles, Rollings Stones, Bob Dylan y Léo Ferré en sus cabezas y en contra de una sociedad en consumo y capitalista en avance.
Esta extraña historia de pasiones viene a completarla el hermano mellizo de Isabelle, Thèo (Louis Garrel) y entre los tres empezará a desenvolverse una relación muy particular de desenfreno juvenil caracterizado por la época, entre medio de la política, los ideales, la revolución y la lucha. Un póster de Mao entre la suciedad y el desorden de sus habitaciones, que luego se propagará por toda la casa cuando sus padres se van de vacaciones: soberbia alusión de Bertolucci al mismo Paris repleto de basura en medio del Mayo Frances, sin ninguna autoridad que le diera freno.
Sin embargo, Isabelle y Thèo, quienes fueron siameses al nacer, tienen una relación mucho más fuerte que sólo la fraternal, a la que viene a intervenir Mathew. Sin llegar a ser una relación sexual explícita hay mucho amontonamiento entre ellos dos, una ambigüedad casi perversa que, a pesar de el esfuerzo de Mathew por disolverla, termina siendo mucho más fuerte que cualquier otra lucha.
Pero lo interesante del film es justamente un primer mensaje: mientras adentro de la casa, ellos tres se llenan la boca de palabras hablando de la revolución anticapitalista entre el sexo, vinos caros, las drogas y la cinefilia, se mantienen ajenos a lo que ocurre afuera, donde está la verdadera lucha. Es interesante remarcar una de las escenas finales, donde ellos tres duermen desnudos después de una noche de desenfreno y sus padres vuelven de sus vacaciones a dejarles un cheque para que sigan manteniéndose, fuerte crítica a la juventud burguesa que habla de una lucha justa, pero enajenada completamente del conflicto.
Un segundo mensaje interesante viene luego cuando por fin salen de su burbuja burguesa a la huelga de las calles. Théo prepara una bomba molotov y Mathew intenta frenarlo: “ellos usan eso, nosotros usamos la cabeza” le dice y lo besa. El propio Bertolucci se transforma en Mathew intentando gritarnos la moraleja, y nos deja una pregunta para que reflexionemos: ¿la verdadera lucha está en la violencia o en el pensamiento?
Les dejo un poco de música, de la buena, para crear el ambiente mientras leen algunas frases fascinantes que merecen la pena recordar:
“No basta con que los ignoremos (a los padres), deberían detenerlos a todos, juzgarlos, que confiesen sus crímenes, enviarlos al campo para que hagan autocrítica y reeducación. Ya están en el campo. Están en la playa, no es lo mismo” (Thèo-Mathew)
“Yo era uno de los insaciables, de los que siempre se ponían en primeras filas. ¿Por qué nos poníamos tan cerca? Quizá porque queríamos ser los primeros en recibir las imágenes, cuando aún eran frescas, nuevas, antes de que se diluyeran de fila en fila, de espectador en espectador, hasta que agotadas, de segunda mano, volvieran a la cabina del proyeccionista. Quizá la pantalla fuera además una pantalla que nos protegía del mundo.” (Mathew)
“Un cineasta es como un Voyeur. Es como si la cámara fuera la cerradura del cuarto de tus padres. Los espías y te da asco, pero no puedes dejar de mirar. Yo no puedo ser cineasta, mis padres dejan siempre la puerta abierta.” (Mathew-Théo).
LOS SOÑADORES The dreamers (2003)
Guion y dirección: Bernardo Bertolucci
Louis Garrel - Eva Green - Michael Pitt
No hay comentarios:
Publicar un comentario